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Tras estas semanas vividas por la montaña nos hemos quedado algo nostálgicos, y con La Vuelta ya terminada hemos decidido volver con nuestra serie de establecimientos “de los de antes”. Primero fue La Confianza, en Huesca, y a la segunda nos vinimos al sur, a Málaga, para conocer a Zoilo y su tienda de comestibles. Seguimos por Andalucía, pero nos vamos hacia Almería, donde se encuentra otra de estas tiendas con encanto y que tanto nos gustan.

Se trata de los Ultramarinos San Antonio, una tienda de comestibles situada en pleno centro de la ciudad, bien conocida por sus años de experiencia y solera, que lleva desde 1940 aprovisionando a los lugareños. Por aquel entonces, recuerda José López, hijo del fundador Enrique López Andrés, actual propietario del comercio, “mi padre traía productos de estraperlo (…) como tocino o chocolate, cosas que hoy nos parecen normales pero que en aquella época le daban una gran alegría a la gente”. Eran los años de la posguerra, el hambre y las cartillas de racionamiento.

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Pero los años pasan y pasa la vida, y los clientes de toda la vida pasaron a mezclarse con los curiosos que visitaban el lugar o los que se acercaban adrede buscando algún producto exclusivo. Porque Ultramarinos San Antonio mezcla la calidad gourmet con el despacho diario de lo básico. Embutidos y jamón al corte, conservas de todo tipo o dulces artesanos, como el chocolate o el pan natural horneado a diario y con distintas clases de harina. Tampoco podían faltar nuestras gaseosillas El Tigre, “un producto clásico en nuestros estantes y de sobra conocido por nuestros clientes”, nos cuenta el tendero.

Así pues, no es de extrañar que uno de los productos estrella sean sus famosas y esponjosísimas magdalenas, las más ricas de Almería, dicen. Con ingredientes 100% naturales y leche sin lactosa. Los que las prueban, repiten. Gozan también de prestigio los mantecados y turrones que traen en época navideña, que, aunque hay actividad todo el año, es la mejor fecha.

Además, y por último, como cuentan en este artículo del Diario de Almería, incluyen repartos a domicilio, aunque señalan que no es algo novedoso, que viene haciéndose desde los comienzos, entonces con los isocarros. Algunos recordaréis haber leído por aquí una historia similar.

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De la misma manera que hay productos de toda la vida, también quedan todavía algunos de esos locales que son el emblema de un barrio. Un par de meses atrás, nos metíamos en la despensa del más antiguo de España, que fue fruto del amor entre un francés y una señora oscense. También el amor está detrás de la historia de otra pequeña tienda de comestibles en la ciudad de Málaga.

Mari Carmen Rodríguez, además de mucha sensibilidad y un trato exquisito con la clientela, tenía un despacho de huevos de gran éxito en Málaga, en el Centro Histórico. Zoilo Montero era un joven sevillano que llegó a Málaga siendo un chiquillo de 14 años para empezar a repartir comestibles en bicicleta. Trabajaba en una pequeña tienda familiar en Málaga, en el Centro Histórico. Así se conocieron.

A mediados del siglo pasado, tras terminar el servicio militar, Zoilo aprovechó la oportunidad y se hizo con la tienda. “Vino uno que quería traspasarla y me dije, para eso me la quedo yo”. Así fue como Ultramarinos Álvarez, gestionado por diferentes familiares durante años y conocido como Florido antes de la guerra, pasó a llamarse Ultramarinos Zoilo, actual nombre del conocido negocio que da a la Iglesia de Santiago, donde fue bautizado Picasso.

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Se trata de una de esas pequeñas tiendas de toda la vida en las que, en cuanto pones un pie dentro, no quieres salir. Es como si te hipnotizara el orden y la gran cantidad de productos expuestos. Allí dentro está todo “bien colocadito”, porque “toda la vida se ha hecho así y porque es lo que le gusta al público”. “Aunque yo lo que quiero es que compren, y no que les guste” confiesa Zoilo entre risas.

En este tipo de tiendas se cuida mucho el producto local, y en este caso, se le da mucha preferencia al producto de Málaga. Como el salchichón de Málaga, que es un salchichón blando. O las pasas, higos secos o borrachuelos, que tanto gustan a nuestro protagonista. Él sin embargo, recomienda el Chorizo de Ronda, “que es riquísimo”, y que se puede tomar tal como viene, asarlo un poco o echarlo a unas lentejas. “De todas formas está exquisito”.

 

-¡Seguro que sí Zoilo. Además, después de una comida copiosa, como estas que dices, siempre podemos tomar una gaseosilla El Tigre para quedar como nuevos! Ya sabéis, lo que no se arregla con gaseosilla el Tigre es mortal de necesidad.