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Hace poco, gozamos del privilegio de salir en una receta de Miriam en el principal espacio de referencia en lo que a repostería se refiere a nivel nacional. María Lunarillos nace en el año 2009 en forma de blog de recetas, de la mano de María, jiennensa de nacimiento pero tinerfeña de adopción, y a la que pocas cosas le gustan más que encender el horno cuando viene lluvia.

En 2012 se suma al proyecto Eduardo, y juntos ponen en marcha la tienda online, un proyecto muy ilusionante que en muy poco tiempo pasa de ser un mero hobby a convertirse en una profesión.

Hoy, muchas personas contribuyen a darle forma. Entre ellas se encuentra Miriam, traductora y química durante más de 15 años, que además es una gran aficionada a la cocina en general, y a la repostería en particular. Miriam comenta que esta afición le viene de familia, como a tantos otros. En su caso es por parte de madre y de abuela paterna. Esta misma afición es la que le aporta la ilusión para mantener su propio blog (El invitado de invierno). Incluso ha impartido algún que otro curso de cocina en la escuela de Madrid «La Cocina de Babette«.

La semana pasada Miriam nos obsequió con la  tradicional receta de bizcocho cuatro cuartos de chocolate, que recibe el nombre por su composición; un cuarto de huevos, un cuarto de harina, un cuarto de azúcar y un cuarto de mantequilla. Luego también lleva nuestras gaseosillas El Tigre para impulsar y algún que otro aroma. Además este también lleva una parte de chocolate, como su nombre indica.

 No os perdáis la receta completa, tiene un pinta espectacular.

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Al final de la receta, podéis encontrar una breve descripción de las diferencias entre las gaseosillas y la levadura química. Así lo cuenta Miriam:

Todos los impulsores químicos o levaduras de repostería se componen de un ácido (o varios) y un álcali (o varios). Al juntarse en una masa con un líquido se produce una reacción entre ellos que desprende CO2, el gas que esponja los dulces.

Las gaseosas, como las de la marca Tigre, son el ejemplo más sencillo de impulsor: en uno de los sobres viene el ácido (ácido cítrico) y en el otro viene el álcali (bicarbonato sódico). Al igual que cuando ponemos bicarbonato en un dulce con otro ingrediente ácido, el efecto es inmediato y la masa normalmente no se debe dejar reposar porque corremos el riesgo de perder el efecto.

La levadura química tiene una composición algo más compleja, pues lleva un conjunto de ácido y álcali de efecto inmediato, al disolverse, pero también otros ácidos y álcalis que solamente se activan con el calor, al meter la masa en el horno. Además llevan otros compuestos para que los ingredientes activos no se humedezcan y pierdan su fuerza, etc.

En resumen, las gaseosas tienen un efecto inmediato y rápido en frío, mientras que la levadura química precisa del calor del horno para ejercer todo su efecto.

Ya está aquí 2017 y volvemos con nuestra serie «Ultramarinos, ¡qué lugares!», donde repasamos los comercios más típicos de nuestra historia a lo ancho de España. En esta ocasión, nuestra serie de ultramarinos y mantequerías nos lleva a la capital, Madrid. Y es que en sus barrios podemos encontrar una gran cantidad de comercios centenarios. Por las calles de Madrid, entre farmacias, pastelerías, restaurantes… se cuentan hasta más de 100 locales centenarios, patrimonio histórico y cultural de la ciudad. De ellos, cuatro se corresponden con estos pequeños comercios de toda la vida dedicados a la alimentación que tanto nos gustan.

En el número tres del Paseo de los Olmos nos encontramos con la mítica Mantequería Andrés.  Precisamente tres son las generaciones que hay detrás de esta casa fundada en 1870. Andrés de las Heras lleva más de 6o años en el lugar. Primero como dependiente del antiguo dueño, y desde los años 70, como propietario. Aunque a sus 72 años sigue cada día al pie del cañón, son sus hijos Andrés y José Luis los que llevan el tinglado.

 «Antes, las tiendas como la nuestra eran como los supermercados del barrio. Aquí se hacía la compra del día. Ahora hemos tenido que especializarnos mucho en productos que no se encuentran en las grandes cadenas. Gracias a eso mantenemos la clientela. Algunos, después de tantos años viniendo, son como de la familia», cuenta Andrés.

Santiago Gallo, apodado «Lechuga» llega a Madrid en 1840 y abre en la Calle Mayor número 51 su negocio de abastecimiento de carne. Además de servir a grandes hoteles como el Ritz o el  Palace, la gran calidad de sus productos le convierten en proveedor de la Casa Real. Tras muchos años y alguna que otra reforma, es Onorio Gallo quien cada día sigue despachando carne de la mejor calidad.

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Bartolomé, en el número 2 de la calle Sal, es el local más antiguo de los cuatro. 180 años de antigüedad, ni más ni menos. Empezó como una carnicería, y ahora se mantiene como una tienda gourmet de productos españoles de  la mano de 8 hermanos. Tradición y calidad.

Los cambios de hábitos en el consumidor han obligado a especializarse a estos comercios de alimentación centenarios. La fórmula es dar la mejor calidad del producto tradicional español al mejor precio. En la próxima entrega, seguiremos con nuestro particular repaso a la capital. Continuará…